El peso del mundo moderno: cómo nuestro entorno afecta nuestra salud
El mundo en el que vivimos y los alimentos que comemos han cambiado drásticamente con el tiempo. Sin embargo, nuestra biología se ha mantenido igual en gran medida.
Considerar que la obesidad es solo un problema de falta de fuerza de voluntad de las personas para llevar un estilo de vida saludable sería favorecer el estigma que ya supone y no sería de ninguna ayuda en la lucha contra esta pandemia mundial.
Para el diagnóstico de la obesidad los médicos pueden evaluar el porcentaje de masa grasa, el perímetro de cintura y el índice de masa corporal (IMC), aunque este último tiene limitaciones es útil cuando no se puede calcular la masa grasa. El IMC se calcula dividiendo el peso en kilogramos entre la altura en metros al cuadrado; y se relaciona con obesidad cuando se obtienen valores de IMC por encima de 30 kg/m2.
Además, en diferentes informes publicados se puede observar que el exceso de peso se presenta desde la infancia hasta la edad adulta, ya que afecta aproximadamente a 1 de cada 4 niños, a 6 de cada 10 personas mayores de 15 años y a más de la mitad de los adultos en España.
Consumir alimentos ultraprocesados ricos en azúcares añadidos, dormir poco, trabajar muchas horas, tener poco tiempo para planificar un menú equilibrado, relacionar la ingesta de determinados alimentos con una mejora del estado de ánimo, la genética, las hormonas, la publicidad y la presión social son algunos de los factores que influyen en nosotros y en nuestro comportamiento y que pueden favorecer hábitos que conllevan un aumento de peso.
Así que cuando nos planteamos actuar frente al sobrepeso u obesidad debemos saber que no es solo cuestión de tener fuerza de voluntad, es estar abiertos a reaprender, a identificar factores responsables de esta situación con la ayuda de expertos y buscar apoyos, fortalezas y acciones para lograr cambios y que estos se mantengan en el tiempo.
La obesidad se relaciona con el desarrollo de enfermedades que lideran la mortalidad a nivel mundial, como la diabetes mellitus tipo 2 (DM2), enfermedades cardiovasculares y cáncer. Además, tiene un impacto en la calidad y en la esperanza de vida, ya que se ha observado que las personas con obesidad tienen más depresión y ansiedad que las que tienen un peso adecuado.
Para empezar, es necesario acudir a un médico para que elabore un plan individualizado de abordaje del peso. La obesidad es una enfermedad crónica, por tanto, no tiene soluciones rápidas, sino que hace falta tener un plan con varias etapas. Para ello tenemos que contar con profesionales de diferentes áreas que valoren nuestro estado de salud y nos ayuden a crear nuevos hábitos de alimentación y ejercicio físico de manera individualizada. En este plan es muy importante que nos ayuden a mantener la motivación para que podamos mantener los cambios y los resultados con el tiempo.
En caso de no saber cómo empezar una conversación con el médico sobre la obesidad aquí se puede encontrar un listado de preguntas para empezar este diálogo.
Al principio del post se han enumerado muchos de ellos, como el consumo de alimentos ultraprocesados. Es importante concienciarnos de que los productos ultraprocesados y los refrescos, ya sean sin o con azúcares añadidos, tienen un impacto negativo en la salud y en el peso corporal, y mientras las autoridades deciden la mejor manera de actuar, está en nuestra mano evitar su consumo.
El hecho de que cada vez se coman más alimentos ultraprocesados está favorecido porque tienen sabores intensos, un bajo precio, no requieren tiempo para prepararlos y se pueden comprar con facilidad en muchos sitios. Otra cuestión a destacar sobre los ultraprocesados es que muchos de ellos utilizan edulcorantes artificiales para reducir los azúcares añadidos, pero que, a pesar de no aportar calorías, tienen un impacto sobre nuestra salud intestinal y la manera en que nuestro organismo metaboliza lo que comemos.
Otro factor que también se ha relacionado con la obesidad es trabajar muchas horas, ya que reduce el tiempo libre que se puede dedicar a realizar actividad física y lleva a consumir alimentos preparados en lugar de preparar comidas o planificar menús más saludables. Además, el exceso de trabajo puede impedir un descanso adecuado, algo que también favorece al desarrollo de la obesidad.
Cuando se recomienda realizar actividad física, es importante considerarla no como una herramienta para quemar calorías, sino como un hábito que nos ayude a mejorar nuestra salud de forma global, así como a mantener la pérdida de peso a largo plazo. Por último, aquí se pueden consultar opciones de control de peso con evidencia científica que pueden proponer los profesionales del cuidado de la salud.
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