Como comentamos aquí, es imposible identificar una razón específica por la que una persona aumenta de peso y desarrolla obesidad. Sin embargo, sabemos que la genética es una de las posibles causas de la obesidad. Investigaciones en curso sobre la relación entre la genética y la obesidad demuestran que los genes influyen en:
- La cantidad de alimentos que suele comer en una sola comida
- Cómo respondes cuando te sientes lleno.
- Cómo disfrutas con el consumo de ciertos tipos de alimentos.
- Cuánta energía necesitas para ejecutar las funciones básicas del cuerpo (como respirar o hacer circular sangre en el cuerpo).
- Cómo y dónde se almacena el exceso de calorías en forma de grasa en el cuerpo.
Al igual que los genes pueden determinar el color de los ojos, los genes también pueden determinar tu tendencia a aumentar de peso o desarrollar obesidad.
Los genes desempeñan un papel central en la obesidad. Pero si la genética y la obesidad están estrechamente relacionadas, ¿por qué parece que ahora hay más personas afectadas por la obesidad? Había muy pocas personas con obesidad hace cien años, así que, ¿es realmente la obesidad una enfermedad genética?
Nuestros genes no han cambiado mucho en los últimos cien años. De hecho, realmente no han cambiado en los últimos 50 000 años. Lo que ha cambiado es nuestro entorno.
Como dice el genetista Francis Collins, “La genética carga la pistola y el entorno aprieta el gatillo”. Eso significa que los factores genéticos y los ambientales pueden no actuar por sí solos, sino interactuar entre sí para producir un resultado.
Ahora vivimos en un entorno diferente al de las personas que vivieron hace aproximadamente cien años. Vivimos con un estrés, unos alimentos y una tecnología diferentes de los de entonces. El mundo moderno interactúa con nuestros genes y la obesidad es parte del resultado.
El profesor Joseph Proietto, investigador y médico especializado en obesidad, explica la genética y la obesidad pidiéndonos que pensemos en dos ollas. Tienen diferentes tamaños: una olla tiene capacidad para 5 litros y la otra tiene capacidad para 50 litros. Ponemos las ollas bajo la lluvia durante la noche y por la mañana, ambas ollas están llenas de agua.
Cuando nos fijamos en las dos ollas, podemos ver que la olla más grande contiene más agua que la olla más pequeña. El profesor Proietto explica que esto se debe a que la olla más grande se fabricó para contener más agua. “En otras palabras, necesita tanto su composición genética (cómo se fabricó la olla) como el entorno (la lluvia) para desarrollar obesidad”, dice.
Investigadores de la Universidad de Michigan fueron los primeros en identificar ciertos indicios de una relación entre la obesidad y la genética. En 1952, llevaron a cabo un estudio con 81 pares de gemelos en el que tomaron varias medidas de los participantes, incluidas la longitud del pie, la longitud del antebrazo e incluso la altura de la nariz.
Las mediciones permitieron a los investigadores averiguar la probabilidad de que estos rasgos diferentes fueran heredados de los padres de los gemelos. Esto se denomina heredabilidad. De todos los rasgos que midieron los investigadores, descubrieron que los que tenían la mayor tasa de heredabilidad fueron el peso corporal y el perímetro de la cintura. Desde entonces se han realizado muchos estudios comparando gemelos. Los investigadores descubrieron que, tanto si se criaron juntos como separados, los gemelos idénticos tienen un peso similar.
Esto demuestra que el entorno, la forma de vida y lo que haces no son los únicos factores que influyen en el peso corporal, y que los genes tienen mucho poder a la hora de determinar cuánto pesa. En conjunto, estos hallazgos proporcionan pruebas indiscutibles de que la genética y la obesidad están estrechamente relacionadas. Algunas pruebas sugieren que la obesidad está determinada en entre el 40 % y el 70 % por la genética. Esto significa que los genes que se heredan de los padres pueden aumentar el riesgo de desarrollar obesidad.
Cuanto más sepa sobre genética y obesidad, más informado estará al tomar decisiones sobre el control de su peso. Por ejemplo, puede ser más consciente de los diferentes desencadenantes de su entorno que pueden hacer que coma más o aumente el riesgo de desarrollar obesidad.
También merece la pena considerar el hecho de que, debido a nuestros factores genéticos y de obesidad individuales, todos podemos responder de forma diferente a distintos tipos de tratamiento. Es posible que las estrategias y los tratamientos que funcionan para una persona no funcionen para otra. Por eso cada persona necesita un enfoque individual para controlar el peso.