
Programa de control de la obesidad: cómo encontrar los mejores ejercicios para perder peso
Descubre ejercicios para perder peso pensados para ti, teniendo en cuenta tus preferencias, condición física y objetivos de salud
La obesidad es una enfermedad que afecta a millones de personas en todo el mundo. Aunque a menudo se asocia únicamente hábitos alimenticios perjudiciales, las causas de la obesidad pueden ser debido a factores genéticos, conductuales, ambientales y psicológicos. Comprender las causas de la obesidad es esencial para afrontar el problema, para ello la ayuda y diagnóstico de médicos especialistas en la materia son fundamentales.
La genética juega un papel esencial en las causas de la obesidad. Algunos estudios genéticos han determinado que la obesidad puede ser hereditaria con genes que influencian en la cantidad de grasa corporal y en su distribución1. Esta predisposición genética no solo influye en la cantidad de grasa almacenada en el cuerpo, sino también en su distribución, lo que puede aumentar el riesgo de obesidad abdominal, una de las formas más peligrosas de esta enfermedad2.
La genética no actúa de manera aislada, una predisposición a la obesidad y los factores ambientales y de la conducta son muy importantes. Por ejemplo, una persona con predisposición genética puede evitar el desarrollo de obesidad adoptando hábitos de vida saludables, como una dieta equilibrada y la realización de ejercicio físico de manera habitual3. Esto demuestra que, aunque la genética influye en las causas de la obesidad, no es determinante.
En los últimos 50 años hay una tendencia universal a comer alimentos ricos en grasa, sal y azúcares. Se consumen demasiadas calorías, se abusa de las comidas rápidas y de las bebidas con alto contenido calórico4. Una dieta basada en grasas saturadas, azúcares y carbohidratos contribuye al aumento de peso y a la acumulación de grasa. Estos alimentos, además de ser altamente calóricos, suelen ser bajos en nutrientes esenciales, lo que provoca desequilibrios metabólicos y una sensación constante de hambre5.
Estos productos no solo aportan calorías vacías, sino que también alteran los mecanismos de regulación del apetito, haciendo que comamos más de lo necesario6. La falta de frutas, verduras y proteínas magras en la dieta dificulta la pérdida de peso y aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades metabólicas7.
Para combatir este factor es fundamental educar a la población sobre la importancia de una alimentación equilibrada y fomentar el acceso a comida nutritiva. Cambiar nuestra rutina saludable no solo ayuda a prevenir la obesidad, sino que también mejora nuestra salud en general8.
Existe una disminución de la actividad física debido a un estilo de vida sedentario por la automatización de las actividades laborales, de los medios modernos de transporte y de una mayor vida urbana9. La falta de actividad física reduce el gasto calórico, lo que fomenta la acumulación de grasa en el cuerpo. Además, el sedentarismo está relacionado con una disminución en la sensibilidad a la insulina aumentando el riesgo de desarrollar diabetes tipo 210.
El estilo de vida sedentario es muy habitual ya que pasamos largas horas frente a pantallas ya sea trabajando, estudiando o entreteniéndonos y dedicamos poco tiempo a actividades físicas. Este desequilibrio entre las calorías consumidas y las calorías gastadas es una de las principales causas de la obesidad11.
Para combatir esta tendencia es importante realizar ejercicio físico en nuestra rutina diaria. La actividad física regular es muy beneficiosa para la salud física y mental. En el adulto, ayuda a prevenir y controlar enfermedades no transmisibles como las cardiovasculopatías, el cáncer y la diabetes; reduce los síntomas de la depresión y la ansiedad; y favorece la salud cerebral y el bienestar general12.
El descanso y el manejo del estrés son factores menos visibles pero muy importantes en las causas de la obesidad. La falta de sueño altera los niveles de hormonas relacionadas con el apetito como la leptina y la grelina, lo que aumenta la sensación de hambre y el deseo de comer alimentos poco saludables. El estrés crónico está relacionado con la liberación de cortisol, una hormona que favorece la acumulación de grasa abdominal.13
En la sociedad actual el estrés y la falta de sueño son problemas comunes. Las largas jornadas de trabajo, las preocupaciones económicas y las responsabilidades familiares conllevan a estos desajustes, que pueden ser causas de la obesidad, dificultando el mantenimiento de un peso saludable14.
Para enfrentar estos factores es fundamental adoptar estrategias que mejoren el bienestar emocional y el descanso adecuado. Practicar técnicas de relajación, como la meditación o la respiración profunda y establecer una rutina de sueño, son pasos clave para prevenir la obesidad y mejorar nuestra calidad de vida15.
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