
Programa de control de la obesidad: cómo encontrar los mejores ejercicios para perder peso
Descubre ejercicios para perder peso pensados para ti, teniendo en cuenta tus preferencias, condición física y objetivos de salud
La menopausia es una etapa natural y biológica en la vida de las mujeres. Generalmente, se presenta entre los 45 y 55 años, aunque tanto la edad como la experiencia de la menopausia pueden variar de una persona a otra. Casi la mitad (43%) de las mujeres que atraviesan la menopausia padecen obesidad1, y estas dos condiciones están más conectadas de lo que muchos podrían pensar. Como parte de este proceso biológico, muchas mujeres experimentan cambios en su peso durante la menopausia; aquellas que ya viven con obesidad a menudo notan que sus síntomas menopáusicos se agravan y pueden encontrar más difícil gestionar su peso en comparación con otras mujeres.
Es fundamental que las mujeres que experimentan la menopausia comprendan esta relación con la obesidad, ya que la forma en que nuestro cuerpo acumula peso puede tener implicaciones en nuestra salud a largo plazo. Sin una adecuada educación sobre el tema, las mujeres podrían perder la oportunidad de acceder a apoyos que les ayuden a lograr un manejo sostenible del peso y un futuro saludable.
A pesar de la necesidad de dialogar más sobre este asunto, especialmente con los profesionales de la salud, estadísticas alarmantes de un estudio en el Reino Unido indican que actualmente cerca de la mitad (45%) de las mujeres no ha consultado a su médico acerca de sus síntomas menopáusicos2. Para las mujeres que viven con obesidad, la experiencia de la estigmatización relacionada con el peso puede disminuir la probabilidad de hablar con un profesional de la salud, lo que resulta en sentimientos de aislamiento y en la evitación del apoyo profesional. Esto puede tener implicaciones para la salud que van más allá de lo que se podría esperar al pasar por la menopausia.
El objetivo de este artículo es desentrañar el vínculo entre la obesidad, la menopausia y las enfermedades cardíacas, para ayudar a las mujeres y a sus seres queridos a sentirse más capacitadas para tomar decisiones informadas sobre su atención a largo plazo en relación con la obesidad.
La menopausia generalmente se divide en las siguientes etapas:
Los cambios significativos en el cuerpo ocurren durante la perimenopausia y postmenopausia, y su impacto sobre la salud general es mayor. Nos centraremos en estas dos etapas…
La perimenopausia es el resultado de un cambio fisiológico en el cuerpo, durante el cual los ovarios liberan menos estrógenos. Esta hormona, conocida por regular el ciclo menstrual, también posee numerosos beneficios para la salud que pueden no ser tan conocidos3.
Los niveles reducidos de estrógeno a menudo interfieren con la capacidad del cerebro para regular las sensaciones de hambre y saciedad (controladas por hormonas como la leptina y la grelina). Por lo tanto, para las mujeres que atraviesan la perimenopausia, puede resultar más complicado mantener el control sobre su peso. De hecho, los estudios han demostrado que la velocidad a la que se acumula grasa durante la menopausia se incrementa4, lo que indica que los cambios internos en el cuerpo también se manifestarán externamente.
Para quienes viven con obesidad, otro desequilibrio hormonal común puede sumarse a esta situación: la resistencia a la leptina. Dado que esta hormona regula las sensaciones de hambre y saciedad, su resistencia puede complicar el manejo del peso a largo plazo sin el apoyo adecuado. Por ello, durante la perimenopausia, vivir con obesidad puede amplificar los síntomas tanto de la menopausia como de la obesidad, afectando el bienestar emocional y la salud física.
Existen otros factores que pueden influir en la experiencia de la perimenopausia y en los desequilibrios hormonales, lo que puede resultar en un ciclo difícil de romper. Por ejemplo, los trastornos del sueño, la sensación de bajo estado de ánimo y la fatiga pueden dificultar la adopción de rutinas positivas y saludables que ayudan a regular las hormonas involucradas en el manejo del peso. En particular, la falta de sueño (que puede ser un síntoma de la perimenopausia) puede desregular la hormona leptina, exacerbando así los síntomas de la perimenopausia. Asimismo, la fatiga puede limitar la capacidad de realizar ejercicio regularmente, el cual es fundamental para el correcto funcionamiento del cuerpo. Un aumento adicional de peso puede impactar el sueño, el estado de ánimo y la capacidad para hacer ejercicio, perpetuando el ciclo.
Muchas mujeres que experimentan perimenopausia están familiarizadas con su impacto directo en el estado de ánimo, aunque no todas establecen una conexión entre su estado emocional, la obesidad y la menopausia. Es importante reconocer que la experiencia de la menopausia varía de persona a persona; algunas pueden no experimentar ningún síntoma o solo unos pocos.
Una creencia errónea común es que los síntomas cesan una vez que termina la etapa de "menopausia". La realidad es que los cambios que se producen en el cuerpo durante la perimenopausia y la menopausia pueden afectar a las mujeres durante el resto de sus vidas. Esta etapa se conoce como postmenopausia, y se refiere a la fase en la que se permanece después de la menopausia.
Durante la postmenopausia, el cuerpo produce muy poco estrógeno, lo que puede tener impactos significativos. Uno de los beneficios del estrógeno es su capacidad para regular los niveles de colesterol LDL (malo) y HDL (bueno)5. Sin estrógeno, las mujeres postmenopáusicas suelen presentar un mayor nivel de colesterol malo, lo que a su vez incrementa el riesgo de hipertensión arterial.
La hipertensión es un importante factor de riesgo para las enfermedades cardíacas, lo que ayuda a explicar por qué casi el 80% de las mujeres de entre 60 y 79 años se ven afectadas por estas enfermedades6.
Durante la menopausia, el desequilibrio hormonal puede provocar que la grasa que normalmente se encuentra bajo la piel (grasa subcutánea) se desplace y se acumule en el abdomen, rodeando los órganos internos vitales (grasa visceral). Un aumento en la grasa visceral representa un importante riesgo para la salud cardiovascular7.
Todo esto implica que el proceso normal de la menopausia puede incrementar el riesgo de enfermedades cardíacas, tanto si se padece obesidad como si no. Sin embargo, las mujeres que viven con obesidad enfrentan factores de riesgo adicionales.
Si te preocupa el impacto de la obesidad en su salud cardíaca, una herramienta útil para evaluar el riesgo de enfermedad cardíaca es la calculadora de relación cintura-altura. Esta calculadora proporciona una relación entre 0 y 1, en función de la circunferencia de la cintura y la altura. Como regla general, se recomienda buscar un resultado menor de 0.5.
A pesar de ser una etapa natural de la vida que afecta a todas las mujeres, el estigma y los conceptos erróneos a menudo se asocian a la menopausia, lo que crea reticencias a buscar apoyo. Vivir con obesidad puede añadir una capa adicional a esta evitación de conversaciones médicas importantes, ya que la obesidad puede conllevar sesgos y estigmas tanto externos como internos que impiden la discusión de temas de salud delicados.
La buena noticia es que los estudios han confirmado que buscar apoyo de profesionales de la salud en el manejo de los cambios corporales relacionados con la menopausia. Contar con el respaldo de un médico puede mejorar el estado de ánimo y la calidad del sueño, reduciendo la irritabilidad relacionada con la menopausia y otros aspectos de la salud mental, como la ansiedad8. Para quienes viven con obesidad, mantener controlados los síntomas menopáusicos puede ser clave en el manejo del peso, evitando así que la menopausia tenga un impacto aún mayor en el peso y en la salud relacionada, como el riesgo de enfermedades cardíacas.
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